CÓMO APRENDEN A GESTIONAR EL DINERO EN LA ADOLESCENCIA
MAITE VALLET
Lo más frecuente es que el adolescente pida dinero y que sus padres se lo den de una forma arbitraria. Algunos se quejan de lo mucho que les pide, pero siguen dándoselo sin darse cuenta de la incongruencia que supone. ¡¿Cómo va a dejar de pedírselo si, pese a la queja reiterada, no provocan cambios en su manera de actuar?!
Si le damos diferentes cantidades según las va pidiendo, impedimos que aprenda a ajustarse a un presupuesto y, por lo tanto, que aprenda a administrarse. Cuando llegan a la adolescencia, ¡no lo dudéis!, pueden aprender a administrar su dinero ajustándose al presupuesto de la paga que acordemos. Por lo tanto, lo primero que tenemos que hacer es asignarles una cantidad semanal, pactada.
¿Para qué la necesitan?
Solemos adjudicarle una cantidad fortuita realizando una encuesta familiar o de vecindario. Preguntamos a nuestra cuñada, hermano, padres de los amigos de nuestro adolescente…: «¿Tú cuánto le das?». Después de consultar a todos, menos a nuestro hijo, le asignamos lo que nos parece. Así, ni sabemos lo que estamos financiando ni aprende a administrar su dinero responsabilizándose de sus gastos.
Para asignarle la paga, el primer paso que debemos dar es animarle a reflexionar acerca de sus necesidades económicas: «Qué gastos voy a tener, qué necesito, cuánto cuesta lo que necesito, con cuánto dinero tendría que contar…». Hay que pedirle que anote los gastos que piensa tener, y lo que cuesta lo que pretende que le financiemos. Si le damos dinero sin saber para qué lo quiere emplear, no sabe qué estamos dispuestos a financiar y qué no.
Por otra parte, es fundamental que los adolescentes sean conscientes de cuánto cuesta lo que consumen. Es muy frecuente que ignoren su precio, simplemente piden dinero y se lo van gastando sobre la marcha sin previsión ni precaución. Para saber los precios, tendrán que informarse. Cuando nos muestren la lista de lo que quieren que financiemos y de lo que cuesta cada cosa, debatiremos y acordaremos la paga que vamos a darles. A partir de ese momento tendrán que ajustarse al dinero semanal asignado.
También podemos darles alguna cantidad esporádica aparte de la paga semanal, por ejemplo, para comprarse ropa en un momento determinado, pero siempre se acordará el presupuesto al que deberán ajustarse.
Veamos una situación: Susana pide a su madre dinero para comprarse ropa. Se gasta más de la cantidad asignada utilizando sus ahorros. Al llegar a casa pretende que su madre reponga lo que se gastó de más. No hay que descalificar a Susana, simplemente hay que decirle «no», ella sabe que ha incumplido el acuerdo, aunque le cueste admitirlo. Susana provoca: «Pues tú te compras toda la ropa que quieres». No debemos caer en su provocación, no somos adolescentes. Mientras Susana depende de nuestra economía, nosotros somos autónomos. Hasta que aprenda a ganar y administrar el dinero que necesite para cubrir sus gastos, tendrá que ajustarse al presupuesto acordado, sabiendo administrar lo que le damos.
Aprender a ajustarse a un presupuesto puede costarles en determinados momentos. Debemos aceptar que le cueste y mantenernos firmes. Conseguir todo sin esfuerzo les convierte en caprichosos. No aceptarán la menor frustración, el menor contratiempo. Tenemos que ayudarles: ¡necesitan estar preparados para afrontar su vida ajustándose a lo que ganen!
Maite Vallet